El pánico se apoderó de Serbia Occidental. La población deja las verdulerías sin ajo. El problema es que un molino abandonado junto a un arroyo en el pequeño pueblo de Zarožje, se desplomó inesperadamente.
El molino perteneció en su tiempo al vampiro llamado Sava Savanovic, bien conocido en esos lugares, cuyas víctimas eran precisamente aquellos que querían moler su grano. Se consideraba que Savanovic seguía habitando allí, pero, ahora, cuando se destruyó su refugio, por la comarca cundieron rumores de que el vampiro de nuevo salió de caza.
Las primeras menciones sobre los vampiros no se remontan a Transilvania, como suele considerarse, sino en los actuales territorios de la Serbia y Croacia.